El gobierno ucraniano responsabiliza a las fuerzas invasoras rusas de plantar minas en las instalaciones y almacenar armas en la central nuclear de Zaporiyia, así como de ejecutar varios bombardeos en áreas cercanas, como el del miércoles pasado, que según las autoridades de Kiev, dejó al menos 14 civiles muertos. Al mismo tiempo, el gobierno de Vladimir Putin acusa a Ucrania de estar provocando un acto de terrorismo nuclear con ataques y combates en la zona.
Los riesgos reales de una fuga de radiación desastrosa que podría desencadenar consecuencias catastróficas, acrecienta la tensión mundial. No es para menos, se trata de la central nuclear considerada más grande de Europa, por lo que el presidente de Ucrania Volodomir Zelensky aseguró que Rusia podría provocar un incidente aún más grande que el de Chernóbil de 1986.
El director del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, advirtió que la planta de Zaporiyia está en un momento crítico e insistió ante el Consejo de Seguridad de la ONU en la necesidad de una visita de inspectores a la central lo antes posible. Sin embargo, en una actitud desafiante, Rusia bloquea el acceso de la ONU a las instalaciones.
La central nuclear de Zaporiyia permanece bajo control de las tropas rusas desde el pasado 4 de marzo, tras la invasión a Ucrania. No obstante, la instalación sigue siendo operada por técnicos ucranianos.