La oscura historia del papa que murió a los 33 días de pontificado antes de la llegada de San Juan Pablo II

A propósito del reciente fallecimiento del papa Francisco el pasado lunes, hubo un particular suceso en 1978 con Juan Pablo I, el papa número 263 de la Iglesia Católica, quien murió apenas 33 días después de haber sido elegido pontífice.
Albino Luciani fue elegido papa exactamente el 26 de agosto de ese año y entre sus planes estaba reformar el Instituto de Obras Religiosas, es decir, el ‘banco’ del Vaticano.
Tan solo 33 días después, el 28 de septiembre, Juan Pablo I fue hallado sin vida en su cama a la edad de 65 años debido a un infarto, según se reportó en ese momento.
Sin embargo, varios investigadores se opusieron a aceptar esa versión, como el británico David Yallop, quien escribió un libro titulado "En nombre de Dios: la verdad sobre la muerte de Juan Pablo I", donde expone que fue asesinado.
Las razones las otorgó a las investigaciones que el papa estaba ejerciendo sobre casos de corrupción, las dimisiones y la información que, de acuerdo con Yallop, tenía sobre trabajadores vinculados a escándalos financieros.
No obstante, en la actualidad no existen pruebas de que Juan Pablo I haya sido asesinado.
El 16 de octubre de 1978, Karol Józef Wojtyła, de nacionalidad polaca, se convirtió en el papa número 264 y tomó el nombre de Juan Pablo II, además de hacer historia al ser el primer papa no italiano en 450 años.
Aquel período es recordado como "el año de los tres papas", pues Pablo VI —elegido en 1963— fue el predecesor de Juan Pablo I hasta su fallecimiento el 6 de agosto de 1978.
El papa Francisco beatificó el 4 de septiembre de 2022 en la ciudad del Vaticano a Juan Pablo I, conocido también como "el papa de la sonrisa" por su actitud alegre y jovial.
Con un total de 942, el papa Francisco rompió el récord de canonizaciones que antes tenía Juan Pablo II, quien canonizó a 482 santos durante su pontificado y quien fue casualmente canonizado por el papa Francisco en 2014.
La canonización es el acto oficial mediante el cual la Iglesia Católica declara a una persona fallecida como santa.
Dicho proceso implica la declaración pública sobre una vida de heroicas virtudes y alguien que ha realizado milagros a través de su intercesión, lo que la convierte en un modelo de santidad para los fieles.
La práctica empezó a regularizarse y tomar forma en la Edad Media, pues anteriormente, en los primeros tiempos del cristianismo, los individuos eran reconocidos como santos sin requerimientos o procesos formales.