"Los titíes no son mascotas": Rosamira Guillén, directora ejecutiva de la Fundación Proyecto Tití
El tití cabeciblanco solo se encuentra en los bosques tropicales del caribe colombiano y su supervivencia depende directamente de la conservación de su hábitat natural.
La deforestación, el avance de la frontera agrícola y el tráfico ilegal de fauna silvestre, especialmente de crías destinadas al comercio de mascotas, son las principales amenazas que enfrenta, a pesar de ello, existen esfuerzos firmes por revertir este panorama.
Uno de los más destacados es el de la fundación proyecto tití, que lidera desde hace más de una década campañas de reforestación, educación comunitaria y protección legal. Su directora ejecutiva, Rosamira Guillén, advierte que la especie “continúa en peligro crítico".
Se estima que en estado silvestre quedan alrededor de 7.000 ejemplares, y aunque en los departamentos donde trabaja la fundación la caza ha disminuido, persiste en zonas como Córdoba y Antioquia.
“Queremos conectar todo el corredor de los montes de maría para asegurar la continuidad de los bosques y con ellos, del tití cabeciblanco”, explica Guillén.
Pero uno de los desafíos más persistentes es el comercio ilegal de titíes como mascotas. La directora es enfática: “tener un tití en casa es traumático para el animal, perjudica a la especie, daña el ecosistema y también puede afectar a las personas, ellos no necesitan de nosotros, necesitan que los dejemos tranquilos en el bosque”.