Siguen llegando por decenas: El miedo a la deportación no detiene a los venezolanos que intentan cruzar a EE. UU.
Miles de migrantes venezolanos permanecen varados en ciudad Juárez, en la frontera entre México y Estados Unidos, en medio de gran incertidumbre ante el temor de ser deportados a su país de origen tras la nueva advertencia del Gobierno de Joe Biden.
El pasado 6 de octubre, Estados Unidos y Venezuela informaron sobre un acuerdo para deportar a su país a los migrantes que hayan entrado a territorio estadounidense ilegalmente desde el 11 de julio.
Víctor Martínez, un venezolano que acaba de llegar a Juárez, dijo que es casi imposible sobrevivir en su país, y que si EE.UU. los devuelve a su patria en un vuelo, lo más probable es que vuelvan a intentar cruzar: "La travesía ha sido muy dura, la situación está muy difícil. No entiendo ni comprendo cómo van a hacer un convenio con Venezuela cuando nosotros prácticamente estamos bloqueados económicamente", indicó a EFE.
Entrevistado en el lado mexicano del Río Bravo, frente a la puerta 42 del muro fronterizo entre Juárez y El Paso, Martínez también lamentó que no puedan manifestarse o protestar, ya que auguró serán reprimidos y violarán sus derechos humanos.
"No tengo ni palabras para expresar cómo me siento, porque nos toca muy duro toda la travesía, nos toca pasar hambre, humillaciones (…) La mayoría de las personas hemos invertido sueños, metas, muchos paisanos han perdido la vida", afirmó el migrante venezolano.
Por su parte, el pastor Juan Fierro García, director del albergue de migrantes El Buen Samaritano, considera que la crisis migratoria también es provocada por Estados Unidos, que deja pasar a los migrantes, generando que olas de personas crean que llegarán y entrarán al país.
"Es de esperarse que los países como EE.UU. llegaran a un acuerdo con los países que son parte de toda esta ola y que los migrantes sean repatriados a su lugar de origen", expresó el director del albergue.
Sin embargo, el miedo a la deportación parece que no es mayor que ese anhelo de pisar suelo estadounidense. Ríos de personas siguen atravesando la selva del Darién, uno de los corredores más peligros para los migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos.
Con su pequeño hijo en hombros, Dennis Font viene de cruzar la peligrosa selva panameña. Ninguna advertencia de repatriación lo detendrá en su empeño de llegar: "Quien no arriesga, no gana", dice convencido.
Dennis, de 32 años, viaja con otros dos hijos y su esposa. Dejó Venezuela, donde era albañil, porque "la situación está jodida", cuenta a la AFP en Lajas Blancas, 250 km al este de Ciudad de Panamá, casi cinco horas de carretera con tramos maltrechos, en la frontera con Colombia.
"Me preocupa, aunque prefiero mil veces quedarme en otros países que regresar porque Venezuela es una tortura, uno se muere en carne viva, no veo futuro allá", dice Daniel Rosales, de 27 años.