Tener VIH y pertenecer a la FAN: Una batalla silenciosa ante prejuicios

Guardia Nacional

Tener VIH y pertenecer a la FAN: Una batalla silenciosa ante prejuicios

Tener VIH y pertenecer a la FAN: Una batalla silenciosa ante prejuicios
Los efectivos de la Fuerza Armada Nacional que portan el VIH son sancionados y señalados con prejuicios que están marcados de homofobia y desinformación

Los efectivos de la Fuerza Armada Nacional (FAN) que portan el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) son sancionados y señalados con prejuicios que están marcados de homofobia y desinformación.

Así lo señala el portal de noticias Armando.Info, quien comunicó que al menos 1.200 castrenses afectados por la enfermedad prefieren el secreto antes que poner en riesgo su profesión.

Tal es el caso de Luis, un estudiante del Instituto Universitario de Tecnología “Coronel Leonardo Infante”, ubicado en Punta de Mata, estado Monagas. Su deseo, desde que tiene uso de razón, es formarse como Guardia Nacional (GN). 

Para ingresar a las filas militares, Luis debía practicarse un examen de enfermedades obligatorias. Debido a sus faltas económicas, decidió donar sangre para que el chequeo fuese gratuito. El mismo no arrojó ningún tipo de error.

Días antes de su graduación, que abriría paso a su sueño, al joven le indicaron que se presentara “vestido de gala en la oficina del general”. Acto seguido, le informaron que no podía graduarse porque no tenía registro de sus notas y presentaba inasistencias. Algo que puso en dudas Luis, esto porque ya había presentado la tesis para graduarse y ascender a sargento segundo de la GN.

Asombrado, presentía que no lo querían en ese lugar.

Luego de realizarse dos chequeos médicos fue enviado de comisión al hospital militar Carlos Arvelo, en Caracas. Allí, Luis descubre que es seropositivo. Algo que los exámenes de donación y revisiones pasadas no habían detectado. 

Tener un diagnóstico de VIH dentro del orden interno de la FAN es una batalla que los soldados no pueden ganar. Al ser víctimas de humillación y discriminación prefieren pedir la baja. Algunos son expulsados sin que los superiores expliquen el motivo. Así fue el caso de Luis, un nombre ficticio de un hombre de 30 años, que prefiere estar en el anonimato y no perder su trabajo en un ente gubernamental donde no conocen su condición.

Redacción NTN24 Venezuela

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