Este domingo finaliza el horario de verano en Estados Unidos, Canadá y Cuba: por qué cambian los relojes
El horario de verano, una práctica que afecta a casi 400 millones de personas en América del Norte, finaliza este domingo 3 de noviembre, cuando en la madrugada se atrasen los relojes una hora.
Este proceso de adelantar los relojes en primavera y atrasarlos en otoño ha estado arraigado en la vida estadounidense, canadiense y cubana durante más de un siglo.
En América del Norte, el horario de verano siempre comienza el segundo domingo de marzo y termina el primer domingo de noviembre. Esto contrasta con Europa, donde el horario de verano comienza el último domingo de marzo y finaliza el último domingo de octubre.
Por eso, en el viejo continente, el horario de verano finalizó el 27 de octubre.
La necesidad de cambiar los relojes según las estaciones encuentra su principal argumento en la idea de ampliar las horas de luz del verano para ahorrar energía y se remonta al menos a finales del siglo XIX, cuando el entomólogo neozelandés George Hudson lo propuso, según versiones, para beneficiar su propia afición de coleccionar insectos después del trabajo.
La idea tardó en ganar fuerza hasta la Primera Guerra Mundial, cuando los estados europeos buscaron estrategias para conservar combustible. Alemania fue el primer país en adoptar el horario de verano en 1916. Estados Unidos lo siguió en 1918.
La práctica pasó por muchas variaciones antes de que Estados Unidos la estandarizara en 1966 en la Ley de Horario Uniforme, que permite a los estados optar por no participar.
La verdad es que se trata de una iniciativa cargada de bastante controversia. Un mito común es que Estados Unidos adoptó el horario de verano para beneficiar a los agricultores, pero en realidad muchos agricultores se oponen a la práctica por alterar sus horarios.
La motivación original para conservar combustible también está bajo debate, ya que los estudios han encontrado poco o ningún ahorro de energía gracias al cambio, según el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos.
Los opositores señalan otros estudios que han encontrado efectos adversos para la salud relacionados con el horario de verano, como un aumento en los accidentes de tránsito fatales, ataques cardíacos, derrames cerebrales y falta de sueño en los días posteriores a que los relojes se adelantan una hora cada mes de marzo.
Una encuesta de YouGov de marzo de 2023 encontró que el 62% de los estadounidenses quieren poner fin a la práctica de cambiar de reloj, aunque solo el 50% prefiere mantener el horario de verano permanente.
En Estados Unidos, ni Hawái ni Arizona, con la excepción de la Nación Navajo, no respetan el horario de verano. Los territorios estadounidenses de Samoa Americana, Guam, las Islas Marianas del Norte, Puerto Rico y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos también observan la hora estándar permanente.