Viaje al futuro que crea Japón para la Coexistencia entre Humanos y Robots
Como reportero siempre estoy en busca de historias que inspiren y provoquen reflexión sobre el mundo que nos rodea. Por eso, cuando tuve la oportunidad de visitar la Expo 2025 Osaka, Kansai, Japón, el pasado mes de septiembre, no dudé en sumergirme en este evento global que tuvo como lema: “Diseñando la Sociedad del Futuro para Nuestras Vidas”.
La Expo, organizada por la Oficina Internacional de Exposiciones y la Asociación Japonesa para la Expo 2025, fue uno de los eventos más importantes del mundo en este año y atrajo a un total de 29.017.924 visitantes durante sus 184 días de duración. Yo fui uno de esos afortunados asistentes, y mi experiencia en el Signature Pavilion “Future of Life” (Futuro de la Vida) se convirtió en el punto culminante de un viaje que me mostró cómo la robótica y la inteligencia artificial podrían redefinir nuestra existencia.
Llegué a la isla artificial de Yumeshima en la bahía de Osaka en una mañana soleada de septiembre, cuando el evento ya estaba en pleno apogeo. La Expo reunió a 160 países y organizaciones internacionales, con pabellones que exploraban desde la sostenibilidad ambiental hasta la exploración espacial.
Pero fue el pabellón “Future of Life”, uno de los ocho pabellones temáticos especiales dedicados a la “Amplificación de las Vidas”, el que capturó mi atención.
Este innovador stand fue producido por el renombrado roboticista Hiroshi Ishiguro, profesor de la Universidad de Osaka y pionero en androides geminoides (réplicas hiperrealistas de humanos). En este espacio lo primero que percibí fue la forma como la tecnología se fusionaba con la filosofía cultural japonesa, aquí el maestro Ishiguro, creó un entorno que no solo exhibía avances, sino que también invitaba a los visitantes a experimentarlos de primera mano.
Desde el exterior, el pabellón ya me impresionó con su diseño evocador del origen de la vida en las costas primordiales, donde lo inanimado cobra vida. Sus paredes negras, de 12 metros de altura, estaban cubiertas por un “velo de agua” que fluía ininterrumpidamente desde el techo. Este elemento no era un simple adorno, para ingresar, tuve que cruzar literalmente este velo acuático, sintiendo las gotas frescas no solo rozar mi piel, sino también refrescarme en medio del intenso y húmedo calor.
Una vez dentro, el pabellón se reveló como un viaje cronológico dividido en tres zonas progresivas, pobladas por cerca de 50 avatares, incluyendo 30 androides hiperrealistas, robots físicos y personajes generados por computadora. Estos no eran exhibiciones pasivas; interactuaban conmigo y otros visitantes, guiándonos, conversando y provocándonos a cuestionar qué significa ser y estar “vivo”.
Imaginen por unos minutos lo que encontré, robots que parecen personas de verdad, con piel suave, ojos que parpadean y expresiones faciales que cambian según lo que dices. No son los robots rígidos de las películas antiguas; estos se mueven con naturalidad, responden a tus preguntas y hasta parecen tener personalidad. Todo esto lo diseñó Ishiguro para mostrar que, en el futuro, los robots no serán solo máquinas frías, sino compañeros que enriquecen nuestra vida diaria.
Mi recorrido estuvo marcado por tres momentos inolvidables que me llevaron en un viaje cronológico y reflexivo a través del tiempo. El primero, en la zona “El Viaje de la Vida”, me presentó la fascinante historia japonesa de infundir “alma” a los objetos cotidianos, desde antiguas figuras de arcilla hasta artefactos mecánicos, mostrando cómo esta tradición cultural ha preparado el camino para la robótica moderna. El segundo momento me transportó a un futuro cercano, dentro de 50 años (en 2075), donde imaginé una coexistencia natural y enriquecedora entre humanos y robots, con tecnologías avanzadas integradas en la vida diaria que amplifican nuestras experiencias sin reemplazarlas. Finalmente, la tercera zona, “Vida en 1000 Años: Mahoroba”, me presentó una visión audaz de la evolución humana en un milenio: seres liberados de las limitaciones del cuerpo físico, donde la conciencia trasciende la materia gracias a la fusión total con la ciencia y la tecnología.
Esta inolvidable visita resume la filosofía del productor, el profesor Hiroshi Ishiguro, quien lo expresó perfectamente: “Los humanos crecen y evolucionan utilizando la ciencia y la tecnología. Eso es lo que nos hace humanos. Creo que es responsabilidad de las personas de hoy crear y diseñar nuestro propio futuro. Quiero que este pabellón inspire a las personas a pensar en el tipo de futuro que quieren crear”. Sus palabras resonaron en mí mientras salía, recordándome que el futuro no es algo que nos sucede, sino algo que construimos juntos.