Miguel Jiménez: la herencia invisible que lo llevó a convertirse en ingeniero musical del Caribe
“Esto no era algo tonto o pasajero”: La historia de Miguel Jiménez no empezó en un estudio ni en un escenario, sino en una herencia que pareciera venir de otra época. Aunque nunca conoció a su abuela, afirma que fue ella quien sembró en él la sensibilidad musical que hoy lo define. A través del recuerdo de su abuelo Oliva y de las canciones que él interpretaba para su madre, Miguel entendió que su vínculo con la música era una cadena emocional que atravesaba generaciones.
Ese legado tomó rumbo profesional cuando, en 2019, apareció en su vida el maestro Chelito de Castro “él me dio su voto de confianza sin saber quién era yo”: sin pedirle portafolio ni experiencia, Chelito confió en él y le abrió la puerta a su primera gran presentación.
Para Miguel, aquella noche llena de nervios y euforia fue más que un debut: fue la confirmación de que la música no solo hacía parte de su pasado familiar, sino también de su futuro.
Con el tiempo, su camino lo llevó a compartir escenario y trabajo con el reconocido Eddy Herrera. Junto a él, Miguel profundizó en la disciplina que exige la música tropical y en la responsabilidad de sostener un show desde el sonido.
Fue una etapa que le permitió comprender el equilibrio entre talento, rigor y humildad, elementos que hoy considera esenciales en su profesión.
Ese recorrido lo consolidó como un ingeniero musical cuya identidad está marcada por el Caribe colombiano. Las síncopas, los tiempos irregulares y la energía particular de la región son parte de su ADN creativo.
Para Miguel, la música del Caribe no es solo un estilo: es una manera de sentir y una fuerza que atraviesa cada producción en la que trabaja.
Hoy, su propósito está claro: usar la ingeniería musical para generar experiencias que emocionen y transformen. Miguel Jiménez busca convertir el tecnicismo en arte, y el arte, en un lenguaje capaz de conectar con quienes escuchan. Su trabajo es testimonio de que, cuando la música nace de la herencia, puede convertirse también en una misión personal.