¿Por qué volar en avión se ha vuelto tan caótico y tan costoso?
El cuento corto
Aeropuertos colapsados, vuelos cancelados y precios de pasajes por las nubes. Por supuesto, la inflación y el alza del precio del combustible en tiempos recientes han incrementado los costos operativos para las compañías aéreas, lo cual contribuye a tarifas más elevadas.
América Latina, por su parte, se enfrenta a barreras históricas, como los altos impuestos. En Argentina, por ejemplo, la carga tributaria aumenta el precio del billete de avión en un 112%, según datos de la Asociación Latinoamericana de Transporte Aéreo (ALTA).
Pero para realmente entender el panorama actual hay que hablar del impacto de la COVID-19.
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Tras dos años de restricciones y cuarentenas, la gente tiene ganas acumuladas de viajar. En 2022, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo reportó que a nivel global el tráfico aéreo creció en un 64% en comparación con el año 2021. El 2023 comenzó con números aún mejores.
En una apuesta por recuperar los años perdidos por la pandemia, las aerolíneas han aprovechado esta demanda para aumentar los precios, al menos de aquellos asientos disponibles. Pues la realidad es que muchas empresas aún no han recuperado la capacidad de los tiempos pre-pandemia, lo cual limita la oferta y también se traduce en costos más altos para el consumidor.
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Parte del problema es que las aerolíneas y los aeropuertos disminuyeron significativamente su fuerza laboral durante la emergencia sanitaria. Y no han recuperado esos empleados. Así, no hay suficientes pilotos, azafatas o personal que maneje el equipaje.
La escasez de trabajadores además ha llevado a una ola de retrasos y cancelaciones. En Estados Unidos, el país con mayor tráfico aéreo del mundo, se cancelaron más de 150.000 vuelos en 2022. Eso es alrededor de 21.500 más cancelaciones que en el año 2019.
Está por verse si este 2023 se materializa la estabilización de precios y operaciones que algunos auguran o si volar en avión seguirá siendo una pesadilla.