¿Qué es el sargazo y por qué su aumento supone un riesgo para la salud, el medio ambiente y la economía?
El cuento corto
Durante el verano, muchos están listos para ir a la playa. Pero una apestosa capa de algas podría complicarles los planes a los bañistas en México, el Caribe y Florida.
Se trata del sargazo, un alga que es parte natural del ecosistema marino y es importante para muchas especies. Pero desde el año 2011, la cantidad que está llegando a las costas ha aumentado significativamente.
Para darle una idea, este año se aproxima el llamado “Mega Cinturón de Sargazo del Atlántico”, que mide 8.800 kilómetros de ancho y pesa alrededor de 13 millones de toneladas. Esto significa que habrá montañas de algas en las playas y la razón de su llegada es verdaderamente inesperada. Según los expertos, se debe en gran parte a la contaminación en el río Amazonas:
“Los bosques están siendo talados y reemplazados por agricultura y ganadería. Los desechos de los fertilizantes y de los animales de la zona caen al río Amazonas y eventualmente llegan a los océanos, donde alimentan al sargazo y hacen que se multiplique masivamente”, explica el experto en ecología Stephen Leatherman.
Las playas ya están comenzando a recibir el sargazo. Una vez que llega a la arena, se descompone muy rápido bajo el sol y produce un potente olor a huevo podrido. Esto no solo es desagradable, también puede causar problemas respiratorios, irritación de los ojos y de la piel. Y las algas descompuestas promueven el crecimiento de bacterias muy peligrosas.
Es por esto que recoger las algas de la costa se ha convertido en una prioridad. Pero sale muy caro. Solo los hoteles de las playas mexicanas están gastando cerca de 100.000 dólares mensuales en la limpieza del sargazo.
Y este problema no solo afecta a los humanos. Las tortugas marinas, por ejemplo, que están en peligro de extinción, se enredan y mueren ahogadas entre el sargazo.
Los científicos y los gobiernos están buscando medidas para contener la reproducción de estas algas. De lo contrario, las personas, los animales y las economías seguirán pagando sus costosas consecuencias.