Para arreglar el financiamiento climático, hay que empezar donde están las verdaderas soluciones

Alexis L. Leroy Alexis Leroy

Para arreglar el financiamiento climático, hay que empezar donde están las verdaderas soluciones

Lea aquí la columna de opinión de Alexis L. Leroy, fundador y CEO de ALLCOT.

En la última cumbre climática de la ONU, los países ricos se comprometieron a movilizar 300 mil millones de dólares al año en financiamiento climático para 2035, con una meta más ambiciosa de alcanzar 1,3 billones de dólares anuales destinados a apoyar a los países en desarrollo en su adaptación al cambio climático, la transición energética y la protección de la naturaleza.

La promesa fue titular. Pero en gran parte del Sur Global —donde las sequías, las inundaciones y el aumento del nivel del mar ya son una realidad cotidiana— sonó a lo mismo de siempre.

Porque el problema no es solo cuánto dinero se promete. Es cuánto tarda en llegar y qué tan poco impacto tiene cuando llega.

Nos dicen que el sistema está escalando. Pero desde el terreno, parece estancado.

Los bancos multilaterales importan, pero no así como están:

Los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD), como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, son actores centrales en cualquier estrategia climática global creíble. Su modelo financiero es potente: por cada dólar de capital público, pueden generar hasta siete en préstamos. En teoría, son la herramienta ideal para movilizar financiamiento climático a gran escala.

En la práctica, están limitados: subcapitalizados, excesivamente conservadores y reacios al riesgo.

Estados Unidos ha congelado gran parte de su asistencia exterior. Algunos países europeos están redirigiendo fondos climáticos hacia el gasto militar. Y los BMD, enfocados en mantener sus calificaciones AAA, se niegan a asumir riesgos donde más se necesitan.

Se les pide que lideren, pero no se les da el poder ni la flexibilidad para hacerlo.

¿Y los proyectos? Nunca se financiaron

Una excusa común es que no hay suficientes proyectos “bancables” en los países en desarrollo. Pero esa es una consecuencia, no una causa.

El verdadero problema es que casi nadie financia las etapas iniciales: estudios de factibilidad, diseño técnico, consultas comunitarias. Sin esa inversión inicial, el pipeline de proyectos no existe. Y sin pipeline, ningún anuncio multimillonario se traduce en impacto real.

No se puede escalar lo que no se construye. Y no se construye lo que no se financia desde la base.

El financiamiento climático no es caridad. Es responsabilidad:

Es hora de enterrar el mito de que el financiamiento climático es un acto de generosidad. No lo es. Es una forma de reparación histórica y una inversión en estabilidad compartida.

Los países en desarrollo no causaron esta crisis. Pero la están pagando con creces: más de 500 mil millones de dólares anuales en pérdidas climáticas para 2030, según el World Resources Institute. Y sin embargo, menos del 20% del financiamiento para adaptación llega a las comunidades más vulnerables.

Esto no es ineficiencia. Es inequidad estructural. Y está erosionando la confianza global.

Cinco cambios urgentes:

Si queremos arreglar el financiamiento climático, hay que:

- Recapitalizar y reformar los BMD, permitiendo más riesgo y más participación del Sur Global.

- Financiar a gran escala la preparación de proyectos, no solo los proyectos terminados.

- Usar capital público para reducir el riesgo del capital privado, no para subsidiarlo.

- Diseñar mercados de carbono y mecanismos del Artículo 6 con criterios de equidad, no solo de integridad técnica.

- Y, sobre todo, poner al Sur Global en el liderazgo, no como receptor, sino como arquitecto de su propia transición.

Esto no se trata de ajustes menores. Se trata de alinear el financiamiento con donde ya existen las verdaderas soluciones: en el conocimiento local, en las plataformas nacionales y en la acción climática liderada por las comunidades.

Si el modelo actual no puede ofrecer velocidad, escala y justicia, entonces debemos construir uno nuevo que sí pueda. Porque el liderazgo climático ya está emergiendo desde el Sur Global. Lo que falta es que el sistema financiero esté dispuesto a seguirlo.”

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