Daniel Ortega y su momento Wagner

Daniel Ortega

Daniel Ortega y su momento Wagner

Lea aquí la columna de opinión de Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la OEA y miembro del Cuerpo de Paz de Noruega.

*Por Arturo McFields Yescas

Esta semana el Sistema de Integración Centroamericana celebra una Cumbre de Presidentes en Belice. Se espera la participarán de todos los Jefes de Estado de la región. Todos. Excepto uno, el dictador de Nicaragua, Daniel Ortega.

Desde 2018 el sandinista ha desaparecido de todos los foros internacionales. No ha vuelto a dar la cara en la Asamblea General de Naciones Unidas, el SICA e incluso la CELAC. Únicamente visita la Habana y Caracas, su zona de confort.

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Prisionero del temor
“Era como si la celda siempre estuviera conmigo”, confesó Daniel Ortega a la revista Playboy en 1987. Estuvo preso por 7 años y aunque salió de la cárcel, la cárcel nunca salió de él. Solo se siente seguro encerrado, rodeado por policías y militares.

Asediado por sus crímenes. Daniel Ortega carga sobre sus espaldas el asesinato de 355 nicaragüenses, 600 mil exiliados y una tiranía de 16 años. Su peor pesadilla es ser confrontado por la prensa libre o sus víctimas desterradas.

Cinco años aislado. Desde el año 2018 no existe un solo Jefe de Estado en todas las Américas que arriesgue su reputación para visitar Managua. Nadie, excepto los dictadores o sus entusiastas.

Construcción de un mito. El tirano de Managua ordenó publicar textos escolares y construir museos honrando su falso coraje y valentía. El Comandante lleva ya 5 años de pánico, sin salir del país donde mata, encarcela y confisca con impunidad y sin vergüenza.

Un paria internacional. La 53 Asamblea General de la OEA desnudó la soledad del régimen criminal de Nicaragua. Treinta y dos estados del hemisferio condenaron de forma unánime sus crímenes sin castigo.

Rechazo mundial. Un Grupo de Expertos de Naciones Unidas ratificó que la dictadura de Nicaragua cometió crímenes de lesa humanidad de forma generalizada y sistemática. Todavía los sigue cometiendo.

Gobernando desde el escritorio y no desde el territorio. En la década de los 90’s Ortega fue célebre por sus incansables recorridos por los 153 municipios del país. Ya no más. El tirano enfermo y temeroso solo aparece en Managua una o dos veces al mes. Incluso menos.

Odiados por el pueblo. La última encuesta de CID Gallup reveló lo que ya todos sabíamos, el régimen cuenta con un escuálido 16% de respaldo. En otras palabras, le falta gente, pero les sobran armas.

El momento Wagner. La dictadura de Nicaragua tuvo una pesadilla escalofriante de 24 horas el fin de semana. Miraron en un espejo como su socio Putin era traicionado por los mercenarios que se suponía le cuidaban las espaldas.

El ejército y la policía sandinista también tienen una lealtad volátil y voluble. Cuando se acabe el dinero, se evaporarán las lealtades. Es solo cuestión de tiempo, ellos también esperan su momento Wagner. Veremos.

*El autor es periodista exiliado, exembajador de Nicaragua ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega FK.

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