Fin de la farsa: México, Colombia y Brasil ejecutan blanqueo de imagen a Nicolás Maduro

Edmundo González

Fin de la farsa: México, Colombia y Brasil ejecutan blanqueo de imagen a Nicolás Maduro

Lea aquí la columna de opinión de Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega.

Por: Arturo McFields Yescas

Se cayó la máscara. México, Colombia y Brasil han ratificado su apoyo incondicional a Nicolás Maduro y su fraude electoral. No importaron las actas, los muertos, las protestas, los reportes del Centro Carter. Nada. El 10 de enero enviarán delegados a la toma de posesión montada por el chavismo.

La ideología primero y la democracia después. Lula, Petro y Sheinbaum han demostrado que por encima del respeto al voto popular está el apoyo al tirano populista. Sus embajadores compartirán el palco junto a delegaciones de Irán, Cuba y Nicaragua.

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Lula mintió. En marzo dijo que la oposición debía escoger otro candidato y no llorar. En julio condenó la violencia anunciada por Maduro. En agosto pidió que se repitieran las elecciones. En septiembre propuso un gobierno de coalición y en enero de 2025 se quitó la careta.

Jamás se debió confiar en Lula. El tres veces reo y fundador del Foro de Sao Paulo se mantuvo fiel a su trinchera. Nunca fue un garante o un mediador imparcial. El presidente de Brasil fue defensor sumiso y omiso del tirano de Miraflores. Siempre. De principio a fin.

La doble moral de Gustavo Petro. El exguerrillero quiere salvar la Amazonía, pero le importa muy poco el ecocidio del Arco Minero en Venezuela, la contaminación de ríos y la explotación del oro de sangre. Defender a Maduro y sus cómplices es su única prioridad.

Petro pasó de reclamar transparencia electoral a suplicar permanencia dictatorial. Dijo que las elecciones fueron un error y responsabilizó al “imperio”. Ahora ha vuelto a lo de siempre, es mejor un tirano conocido que un demócrata por conocer.

Petro es duro con Israel, pero suave y cómplice con el chavismo. Lo que sucede a miles de kilómetros de distancia le quita el sueño. Pero los 8 millones de Venezolanos víctimas de migración forzada, las denuncias de torturas e incluso el encarcelamiento de niños a Petro le son irrelevantes.

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Claudia Sheinbaum defiende al líder del Cartel de los Soles. Al igual que lo hace en México con el Mayo Zambada, la sucesora de AMLO defiende a Nicolás Maduro en su nuevo fraude electoral. Tal y como lo hizo con el líder cocalero Evo Morales. Diferentes coordenadas misma estrategia.

México y la doctrina Estrada. La tan celebrada política exterior azteca hace rato que fue extinta. Sheinbaum apoya incondicionalmente a las dictaduras de Cuba y Venezuela. No promueve el respeto a la autodeterminación de los pueblos sino a quienes los oprimen.

Brasil, México y Colombia le fallaron a la democracia. Lula, Petro y Sheinbaum han optado por blanquear y normalizar a dictaduras fraudulentas, violadoras de derechos humanos y responsables de crímenes de lesa humanidad. No es un pecado menor es una responsabilidad compartida.

Las dictaduras no caen solas. Los regímenes totalitarios como el de Venezuela requieren una infatigable lucha interna y una invariable presión internacional. Todo lo demás son discursos y buenas intenciones. Una sin la otra no puede generar cambios reales.

Venezuela y la última batalla por la democracia. El país sudamericano está en una encrucijada. Puede volver a ser una democracia, convertirse en un estado fallido como Haití o en una dictadura institucional como Cuba con 66 años en el poder.

La única opción viable para Venezuela es la libertad y la democracia. No es una lucha fácil, pero vale la pena. Como dice María Corina: ¡Es hasta el final!

*El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK). Es exalumno del seminario de Seguridad y Defensa del National Defense University y el curso de Liderazgo de Harvard y HarvadX.

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