El Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, es un enemigo de la democracia. Pide que se repitan elecciones en Venezuela, llama genocida a Israel, defiende a Hamás y apaña la brutalidad de Putin contra Ucrania. Todos hechos repudiables, en especial viniendo del actual Presidente del G20 y la democracia más grande de América Latina.
Al lado de Hamás. El Ministerio de Exteriores de Brasil emitió comunicado condenando el aniquilamiento de Ismail Haniyeh, uno de los terroristas más buscados a nivel global y principal figura de Hamás. “Brasil condena enérgicamente el asesinato del Jefe de la Oficina Política de Hamás, Ismail Haniyeh”, reclamó el gobierno de Lula.
“Brasil repudia el flagrante irrespeto por la soberanía de Irán y su integridad territorial, en clara violación al principio de la carta de Naciones Unidas”, declara el comunicado de Itamaraty, la Cancillería brasileña.
Lula un amigo y defensor del régimen de ayatolás en Irán. Durante la toma de posesión del presidente persa Masoud Pezeshkian, el Vicepresidente de Brasil, Geraldo Alckmin, celebró los 120 años de relación bilateral con Teherán. El vicemandatario estuvo sentado y sonriente en primera fila junto a representantes de Irán, Hamás y Hezbolá.
El presidente brasileño ha sido declarado persona non grata, tras comparar los esfuerzos de autodefensa de Israel con el Holocausto provocado por Hitler. “Ha cruzado una línea roja”, afirmó el Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, quien señaló que “Israel está luchando para defenderse y asegurar su futuro hasta la victoria total”.
Durante su última gira por África, el Jefe de Estado de Brasil aprovechó para comparar la guerra en Gaza con el Holocausto sufrido por 6 millones de judíos. Una analogía aberrante y antisemita. Las causas, cifras y letalidad de ambos hechos no son ni remotamente comparables. Este tipo de enfoque refuerza una peligrosa narrativa antijudía y añade dolor a la nación víctima de los ataques de Hamás.
Lula también es admirador y defensor de Vladimir Putin. El líder de Brasil ha pedido a Ucrania que rinda su soberanía y que seda territorio patrio al agresor ruso. Estados Unidos criticó esta postura como una mera repetición de la propaganda rusa y Europa lo reprochó por poner en igual condición al agredido y al agresor.
Alfombra roja para Putin en el G20. El presidente de Brasil ha dicho que le gustaría invitar a Putin a la Cumbre del G20 de Rio. Todo esto pese a que la Corte Penal Internacional ha girado orden de captura por sus crímenes de guerra en contra de niños ucranianos.
Repetir las elecciones en Venezuela hasta que gane el tirano. El presidente Lula ha pedido que ante la derrota electoral de Nicolás Maduro se repitan las elecciones, pese a la diferencia de 30 puntos porcentuales frente al presidente electo Edmundo González.
Lula no pide libertad para 2.000 presos políticos, el fin de los campos de concentración de niños, un alto para las torturas en el Helicoide o justicia para los familiares de casi 30 asesinados por el régimen de Venezuela.
Otros lamentables actos de política exterior de Lula incluyen su respaldo a la esclavitud moderna de los médicos cubanos, la tiranía genocida de Daniel Ortega en Nicaragua y el modelo totalitario de Xi Jinping en China.
Brasil debe volver a defender los ideales patrios de su bandera, que clama orden y progreso. Lula da Silva debería dejar atrás su resaca ideológica y enaltecer y defender la libertad, la justicia y los derechos humanos. Como dice el himno nacional de Brasil ser un rayo vívido de amor y esperanza para América Latina y más allá.