Dos paneles conforman el programa del VII Diálogo Presidencial del Grupo IDEA que nos convoca para el 25 de octubre, con el apoyo del Miami Dade College y su Cátedra Mezerhane sobre Democracia, Estado de Derecho y Derechos Humanos.
Uno abordará la cuestión de las democracias al detal, esas que se construyen al arbitrio por las dictaduras del siglo XXI, explotando la deconstrucción social y cultural en boga. Las experiencias de la guerra contra Ucrania y la desangelada Cumbre de las Américas son más que ilustrativas al respecto. El segundo panel es su consecuencia, el desafío de Occidente para poder salir de su entuerto, a saber, crecer en libertad, sobre todo saberlo hacer.
El Diálogo presentará al término un manifiesto que suscriben 25 exjefes de estado sobre la democracia y la libertad en la era digital y de la sostenibilidad. El Grupo IDEA, con este, sitúa su mirada en el porvenir.
Será entregada una síntesis descriptiva del trabajo acometido por Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) desde el 9 de abril de 2015. Entonces se reunieron en Panamá varios de los expresidentes pioneros – Aznar, Calderón, Hurtado, Pastrana, Quiroga – para elevar la voz de sus colegas que, en número de treinta y tres, alertaban a la Cumbre las Américas sobre la deriva totalitaria y de crisis humanitaria, de pérdida del sentido de la humanidad que avanzaba en Venezuela. No se equivocaron.
Una diáspora superior a la ucraniana y la siria, siete millones de desheredados sin más Torá que el dolor y la explotación utilitaria por coyotes y por traficantes electorales, muestran a una nación vuelta rompecabezas, sólo objeto de curiosidad global y de diletantismo diplomático. Tanto que, mientras esto ocurre, sin que Occidente ni el Oriente se escandalicen, la ONU da cuenta de la cadena de mando que ejecuta típicos crímenes de lesa humanidad, de manera sistemática y generalizada entre los venezolanos.
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Y cabe decirle y decírselo a quienes observan taimados ese discurrir del mal absoluto, por ende, que no hay república o cosa pública posible sin una nación que la soporte. La nación, que es lo primero, es la sublimación de una patria “que sabe ser libre como debe serlo”.
Un centenar de declaraciones de los expresidentes han puesto bajo su mira a distintos Estados y gobiernos iberoamericanos: – denunciando las rupturas de la democracia o su ausencia, alertando cuando acusan riesgos, defendiéndola cuando avanza en medio de dificultades y a contrapelo de un ecosistema cultural que se disuelve entre nosotros.
Se preguntarán, Ustedes, ¿qué han logrado tras esta práctica de los abajo firmantes?, en un contexto de indiferencia democrática y deconstructivo.
He enseñado durante medio siglo sobre responsabilidad internacional de los Estados por violaciones de derechos humanos y como juez interamericano he podido constatar lo invariable entre las víctimas. Piden Justicia, que no siempre les llega. La piden sin retardo, más les llega tras años e incluso después de muertas. Por encima de todo, estas y sus familiares o sobrevivientes luchan, sí, para no ser silenciadas o verse invisibilizadas.
Reclaman memoria y verdad, como lo esencial y por encima de todo. Sin matizaciones, sin concesiones, demandan saber qué y cómo les pasó lo que les pasó. Los expresidentes, entre los tantos que forman al Grupo IDEA, les prestan sus voces para salvarlas del olvido, en medio de una contracultura adánica, que no quiere memoria y a diario se fuga sobre la instantaneidad.
Estos y los actuales exmandatarios de IDEA, al culminar sus mandatos y recoger de sus escribanías sus papeles personales metiéndolos en sus portafolios, yéndose a sus casas al término, nos han dejado ejemplaridad. Sus experiencias valen y muy mucho, por esto, más allá de las inevitables falencias que acusen sus obras humanas y políticas, siempre perfectibles.
Esa consistencia moral e intelectual, en un grupo tan diverso y plural como el de los expresidentes del Grupo IDEA, es un anclaje seguro ante el quiebre epocal y la vocación de perpetuidad que enferma a la clase gobernante actual.
Los expresidentes son contestes en cuanto a salvar la esencia de la cultura a la que pertenecemos, la que le da primacía a la dignidad de la persona humana. Es el antídoto ante las tendencias deshumanizadoras de la posverdad, la posdemocracia, la posmodernidad, que se solazan, como en Hispanoamérica, con la destrucción de íconos y la quema de sus iglesias. Entre tanto, Rusia y China, tremolan orgullosas sus culturas y esgrimen estar mejor preparadas para conducir la globalización.
Le han demandado a Occidente cesar en sus empeños universalistas, arguyendo que afectan a la paz internacional por predicar el pluralismo dentro del común odre de la democracia y la libertad. El caso es que no pocos de nuestros gobiernos se han montado sobre esa onda de democracias al detal – comenzado por Estados Unidos.
Todos a uno obvian la advertencia de Byun Chul Han, contenida en su texto “No-cosas, Quiebras del Mundo de Hoy” (Estudios Filosóficos LXXI (2022) 191 ~ 217): “Hoy en día, el mundo se vacía de cosas y se llena de información inquietante como voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporeíza el mundo. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos. Los medios digitales sustituyen así a la memoria, cuyo trabajo hacen sin violencia ni demasiado esfuerzo. La información falsea los acontecimientos. Se nutre del estímulo de la sorpresa. Pero este no dura mucho. Rápidamente sentimos la necesidad de nuevos estímulos, y nos acostumbramos a percibir la realidad como una fuente inagotable de estos. Como cazadores de información, nos volvemos ciegos ante las cosas silenciosas y discretas, incluso las habituales, las menudas y las comunes, que no nos estimulan, pero nos anclan en el ser.”
Tras siete años de peregrinar del Grupo IDEA, cabe el homenaje póstumo a quienes se han adelantado en sus regresos a la Casa del Padre: Belisario Betancur, Armando Calderón Sol, Fernando de la Rúa, Sixto Durán Ballén, Luis Alberto Monge, Enrique Bolaños.
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