Política en Catar queda a la deriva tras la toma de poder de los talibanes en Afganistán
La repentina toma de Afganistán por parte de los talibanes puso en relieve su presencia en la capital de Catar, donde inclusive tenían una oficina política contando con el apoyo de Washington desde 2013.
Ese año, Washington había aumentado presión sobre los cataríes para acoger algunos líderes talibanes liberados de su base en Cuba, utilizando la creación de la oficina política como estrategia estadounidense en el mandato de Donald Trump, "cuyo objetivo era negociar su retirada del país".
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Sin embargo, las polémicas se fueron sucediendo: la bandera de los talibanes izada en su misión en Doha, cuyo nombre oficial reza "Emirato Islámico de Afganistán". Algo que entonces indignó a Kabul.
Cercano a Estados Unidos, Catar también tiene vínculos estrechos con diferentes movimientos islamistas, no obstante, niega cualquier apoyo al terrorismo.
"Las discusiones y la diplomacia, al menos durante la era Trump, llevaron a los talibanes a acelerar su toma del poder", afirmó el académico sobre Oriente Medio Michael Stephens.
En Doha, durante los días siguientes a la toma del poder por parte de los talibanes, la pequeña comunidad de inmigrantes afganos residentes allí se encontraba desconsolada.
"Los talibanes envían mensajes positivos hasta que lo controlan todo. Entonces, comienzan a reprimir", dijo un afgano residente en Catar.
A fines de febrero, cuando los talibanes firmaron en Doha un acuerdo con Estados Unidos para la retirada de sus tropas de Afganistán, Catar no pudo ocultar su orgullo al haber contribuido a lo que entonces fue presentado como un avance excepcional tras veinte años de guerra.
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El jefe del buró político talibán en Doha y segundo del movimiento, el mulá Abdul Ghani Baradar, ya regresó a Afganistán tras el cambio de gobierno.
Varias figuras talibanas permanecen en Catar, al igual que el que fuera el equipo negociador del gobierno afgano, de unas veinte personas.
Información AFP